jueves, 19 de octubre de 2017

La comunicación consciente y el manejo de conflictos


     En general, la sensibilidad puede potenciar en gran medida la comunicación íntima. Una persona con alta sensibilidad capta muchas más señales sutiles, muchos más matices, paradojas, ambivalencias y procesos inconscientes; y entiende que este tipo de comunicación precisa paciencia. Una persona con alta sensibilidad es leal, concienzuda, y aprecia lo suficiente el valor de la relación como para estar dispuesta a concederle tiempo.El principal problema es, como siempre, el de la sobreactivación. En tal estado, una persona con alta sensibilidad se puede volver extremadamente insensible a todo lo que le rodea, incluso a las personas que más quiere. Y puede que le eche la culpa al rasgo de la alta sensibilidad si lo conoce: “Estoy demasiado cansado, demasiado abrumado”. Pero, con todo, el deber de una personas con alta sensibilidad sigue siendo hacer todo lo que pueda por comunicarse de un modo útil, o dejar que la otra persona sepa, por adelantado si es posible, cuándo nos vamos a ser incapaces de seguir adelante.
     Los mayores errores de comunicación de una persona con alta sensibilidad se dan, probablemente, cuando intenta evitar la sobreactivación provocada por situaciones desagradables. La mayor parte de las personas, pero las altamente sensibles más, le tienen pavor a la ira, a la confrontación, a las lágrimas, a la ansiedad, a las “escenas”, a afrontar cambios (que siempre suponen la pérdida de algo), a que se les pidan cambios, a ser juzgados o avergonzados por sus errores, o a juzgar o avergonzar a otra persona.
     Es probable que sepamos racionalmente (por la lectura, la experiencia y hasta por la orientación profesional) que, para que una relación se mantenga fresca y viva, hay que pasar por todo lo que acabamos de mencionar. Pero, por algún motivo, el saber esto no nos resulta de utilidad cuando llega la hora de lanzarse y espetar lo que sentimos.
     Aparte, la intuición en una persona con alta sensibilidad va por delante. En ese mundo imaginario semiconsciente, aunque real y activador, la persona con alta sensibilidad ya está experimentando de antemano y de diversas maneras la conversación que puede tener lugar, y eso resulta de lo más angustioso.
     Pues bien, existen dos formas de abordar los miedos. La primera, tomando conciencia de lo que estamos imaginando, e imaginar otras posibilidades (por ejemplo, cómo estarán las cosas una vez se haya aclarado el conflicto, o cómo estarán si usted no aborda el problema). La segunda, hablando con su amigo o con su pareja de lo que imagina que le impide ser más abierto. Estará incurriendo en una conducta manipuladora si dice algo como esto: “Me gustaría hablar contigo sobre esto y lo otro, pero no voy a poder si tú reaccionas diciendo tal o cual”. Aunque esto también puede llevarnos a profundizar en el modo de comunicarse.
     La aversión al conflicto puede llevar a una persona con alta sensibilidad a ignorar sus necesidades y acomodarse a los deseos ajenos, sometiéndose, lo que le causará ansiedad y una sensación de insatisfacción. Estos sentimientos pueden irse acumulando con el tiempo hasta dar lugar a un estallido de ira en el que perdemos el control y podemos reaccionar de un modo verbalmente agresivo, lo que nos causará problemas en nuestras relaciones con los demás y además suele provocarnos un sentimiento de culpa que aumenta las probabilidades de comportarnos de forma sumisa en el futuro, dando lugar a un círculo vicioso.

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