Podemos definir la alta sensibilidad como una elevada
sensibilidad o reactividad a los estímulos del sistema neurosensorial. Es
decir, una mayor receptividad a la estimulación del sistema nervioso central.
Se trata de un rasgo de personalidad normal y neutro, no de una patología o
trastorno, que presenta entre un 15 y un 20% de la población, tanto hombres
como mujeres, porcentaje que se mantiene en los animales superiores e
inferiores. El rasgo de la alta sensibilidad fue descubierto en los años 90 del
siglo pasado a raíz de las investigaciones de la Dra. Elaine Aron, psicóloga y
psicoterapeuta estadounidense, investigadora, profesora de Universidad y autora
de numerosos libros sobre el tema.
A pesar de ser un rasgo neutro, está en contradicción con el
ideal cultural y contrasta con el rango medio de sensibilidad de la
población, ya que se calcula que existe un 20% de personas moderadamente
sensibles y otro 42% de personas que no se consideran sensibles en absoluto.
Esto da lugar a un rechazo social de la sensibilidad como rasgo que con
frecuencia tiene un impacto negativo importante en la autoimagen y autoestima
de los PAS, que se sienten como “bichos raros” y tienden a intentar encajar
imitando los comportamientos mayoritarios y socialmente aceptados. Todo ello
puede dar lugar a un incremento en la exposición a la estimulación externa, lo
que se traduce en sobresaturación, agotamiento y estrés, y pone a los PAS en
una situación de riesgo para su salud que puede desembocar en episodios de
ansiedad o depresión.
Sin embargo, lo cierto es que el rasgo presenta múltiples ventajas
evolutivas que confieren a sus portadores indudables dones y capacidades
que conviene aprender a valorar en su justa medida, como una mayor empatía,
creatividad, intuición, imaginación, capacidad de reflexión e introspección, un
contacto estrecho con el subconsciente propio y ajeno y una gran capacidad de
entrega a personas, proyectos y causas, lo que convierte a los PAS en personas
valiosas capaces de aportar importantes contribuciones a la sociedad.
Las cuatro características principales o pilares de
la alta sensibilidad, a tenor de las investigaciones de Elaine Aron, son las
siguientes, debiendo darse todas ellas conjuntamente para poder considerar a
una persona como altamente sensible:
·
Procesar la información de manera profunda (dar
vueltas a los temas, rumiar).
·
Tendencia a la sobreestimulación por recibir un
exceso de información.
·
Intensa emocionalidad, lo que suele
conllevar una gran capacidad empática.
· Elevada sensibilidad sensorial (sentidos más
desarrollados) y capacidad para captar detalles y sutilezas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario