Recordemos nuestra definición de la alta sensibilidad como una
elevada sensibilidad o reactividad a los estímulos del sistema neurosensorial,
es decir, una mayor receptividad a la estimulación del sistema nervioso
central. Como consecuencia de ello, las personas altamente sensibles (PAS) son más
vulnerables a la estimulación:
· Desde
el punto de vista físico, su cuerpo reacciona de forma más intensa a los
estímulos.
· Desde
el punto de vista cognitivo, se saturan antes de información.
· Desde el punto de vista
emocional, las actitudes de los demás les afectan más y la afectividad es
mayor, teniendo reacciones emocionales más intensas.
Es
por ello que los PAS requieren de cuidados especiales. Cuando
conocen sus especiales necesidades y se cuidan de forma adecuada, pueden llegar
a tener una mejor salud física que la población general,
mientras que de lo contrario su salud se resiente antes, ya que su organismo es
especialmente delicado y el impacto sobre él de los malos hábitos de vida es
mayor. Es importante que cuiden sus hábitos de sueño, descanso, dieta y
ejercicio físico.
Al
igual que ocurre con la salud física, los PAS que han tenido una buena
infancia, con un estilo de sujeción seguro con sus cuidadores principales y una
adecuada satisfacción de sus necesidades físicas y emocionales, tienden a tener
una mejor salud mental y psicológica que la población general.
Sin embargo, también se ven afectadas de un modo más intenso por la falta de
tales condiciones durante los primeros años de vida, pudiendo arrastrar mayores
secuelas al llegar a la edad adulta en el caso de haber sufrido negligencia,
abandono físico o emocional, abuso o simplemente un estilo de sujeción no
seguro (ansioso, evitativo, ambivalente o desorganizado).
Por
su mayor receptividad y reactividad a los estímulos, los PAS tienen tendencia
a sobreactivarse hasta llegar a saturarse por un exceso de
información. La sobreactivación prolongada o crónica eleva los niveles de estrés
y provoca agotamiento a nivel físico, intelectual y emocional, constituyendo un
factor de riesgo que puede desembocar en enfermedades como la ansiedad, la
depresión o el síndrome del quemado o burn out. Por eso se dice que los PAS
tienen un umbral de estrés más bajo que la mayoría de la
población. La subida en los niveles de estrés reduce hasta llegar a bloquear
muchos de los dones de estas personas, como la empatía, la creatividad o la
intuición, así como su capacidad de reflexión. Resulta, pues, esencial prevenir
la sobreestimulación y saturación sensorial, en especial cuando son prolongadas
o se presentan con carácter crónico, así como aprender a manejar el estrés.
Por
último, también a nivel emocional los PAS son más reactivos y
se ven afectados de un modo más intenso por el entorno, por lo que también en
este ámbito necesitan cuidarse de un modo especial. Elaine Aron alude a
un enfoque cuádruple a la hora de abordar el cuidado emocional
de estas personas, atendiendo a los siguientes aspectos:
1.
Autoconocimiento.
2.
Reestructuración cognitiva.
3.
Sanación de las heridas del
pasado.
4.
Aprender a sentirse bien en
el mundo.
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